jueves, 18 de febrero de 2010

La Fragilidad como disfraz


Como una débil presa, caminaba con temor ajustando la tableada falda del uniforme escolar; con torpeza sus largas piernas blancas agilizaban su paso por las avenidas de una Ciudad en proceso de descomposición. Las calles parecían no bastar ante el ágil andar de Valentina, cuya perfeccion sobresalía de entre la inmundicia urbana y la precariedad de las caras largas por el estrés post laboral.

Su pelo negro se alborotaba con aquel viento terco que levanta bolsas plásticas y lleva olores nauseabundos.
Esa tarde lucia particularmente hermosa. Aquellos ojos que evidencian cierto misterio encerrado en inocencia pura parecían emitir un brillo particular con la luz del sol.

-¿Puede alguien imaginar que su fragilidad es un disfraz?-.
No lo creo.

A distancia miraba con afán voyeurista el efecto hipnótico que causaba su belleza entre la jauría de hombres deseosos por sexo convencional. Con un retorcido placer, alimenté por un momento mi deseo con la mirada de aquellos individuos cuyas caderas seguramente buscarían agitarse por un orgasmo dentro de esa pequeña ninfa.

Por un momento promulgue en secreto la creencia en la pureza de su inocencia, pero en contraparte descubrí una fina marca en mi piel advirtiendo pertenencia. Sumamente extasiado recuerdo haber recorrido aquellos rasguños en mi piel. Al descubrir mis cicatrices, casi por instinto surgió en mi interior la pregunta que aun me excita_ ¿A caso cualquiera de estas monsergas con pito se imaginaria que ella profesa las "filias"?.

En realidad dudo que siquiera hayan notado por lo estrecho de esa falda la particular figura de la Pietro Beretta calibre 9mm con la que una noche de Mayo artísticamente plasmó una surreal mancha roja en la pared blanca de aquel pequeño departamento que olía a coladera.

Aun recuerdo que resbalábamos con los pedazos de cerebro que habían caído al piso.

Esa misma noche tras volar cráneos pasamos al Apolo a tomar unas malteadas y despues compramos un gramo de chocolates obscuros en un Sanborn´s que devoramos sentados en la banqueta. En medio de la charla y sus risas redescubrí su inocente mirada que provoco una reacción química en mi cerebro orillandome a pensar en el arma ceñida a su cintura, en el metal tan cerca de esa hermosa piel y las malditas ralladuras del cromo con el algodon de sus ajustadas hotpants Victoria Secret´s.


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