martes, 5 de octubre de 2010

El vago y el Bisturí


Cubriendo mi identidad viajo en el tren metropolitano rodeado de vagos y parias sociales que emiten olor a alcohol, solventes, limón y orina. No siento la mas minima lastima ni el menor temor posible por esos débiles consumidos por los narcóticos, por el contrario en mi interior surge un hambre de cocerlos a puñaladas con el fin de escuchar sus sollozos y sus inaudibles palabras de dolor de aquellos labios hambrientos de solventes baratos.

Continuo sumergido en mi lectura de Murakami, totalmente consiente de que mi pinta es distinta, que mis rasgos lastiman como hierro fundido a aquellos sucios y desarrapados vagos de mierda que me miran con interés y cierto morbo al imaginarme repleto de plata. Únicamente cargo la Blackberry, 250 pesos y una tarjeta de debito que los muy mierda seguro no saben para que carajo sirven.

Observo de reojo a uno de ellos. Sostiene un limón en la mano y tiene la cara desgastada por el sol y la mala alimentación; se a la perfección que las drogas no lo ayudan muy bien e hilvanó en mi cerebro que el crack le tiene muy maltratada la piel. Sin embargo lo que mas me llama la atención es esa puta mirada fija que tiene sobre mi, eso me causa cierta provocación ya que intuyo que el tipo me quiere rebanar con una navaja por tan solo una blackberry y 250 pesos. Es un miserable.

Recobro la paciencia y continuo leyendo los románticos y filosos fragmentos de Tokio Blues, me abstraigo de la suciedad exterior hasta que nuevamente ese pesado olor a vago me hace volver a mirar a aquel mierdero criminal de vagón.

Llegamos a una estación vacía, son casi las once con veinte de la noche y prefiero apagar mis ansias por rajarle el cráneo a aquel cerdo vago hediondo. Clavo los ojos en la lectura de Murakami y me encuentro con la calida y asquerosa palabra “ te extraño”. Aquel pasaje del texto me hace añorar tanto la presencia de aquella chica de piernas delgadas con sabor dulce, ese color blanco y perfecto que entonaba con su cabello negro, imagino su pequeño cuerpo envuelto en mis brazos, abro los ojos y me encuentro en la realidad, es decir solo y rodeado de mierda.

Detecto una mezcla de sentimientos con lo cual mi cuerpo se ejecta de aquel asiento tibio de color verde, En mano porto mi escalpelo plata que brilla seguramente dentro de mi sudadera Hilfilger como una estrella lejana en una galaxia obscura y distante. Las puertas se abren como un gran coño de puta que busca placer y me introducen a un estado intermedio, en el que solo detecto una estación gris y desierta como un paisaje surrealista, para inmediatamente dar un brinco al interior del vagón que antecede al mismo en el que viajaba. En segundos me introduzco al siguiente tren guiado por una especie de impulso que me evita sacarle el corazón a ese sucio vagabundo de cagada. Tomo asiento y veo las palabras de esta novela tan narrativa que Murakami escribió unas décadas atrás.

Se que algo no anda bien y reviso a mi alrededor. Dos novios se comen a besos, ellos no me incomodan al contrario su calidez me da paz . Observo los grandes muslos de la chica y me inundo de un deseo descomunal de hacerle un cunnilingus a aquella joven que devora a besos a su pareja. Mis ansias no se apagan, algo me sigue incomodando, giro la cabeza y detecto al mismo cerdo vagabundo supongo siguiéndome con el fin de arrancarme la plata que porto. Me carcajeo con descaro en su cara, lo observo enardecido y mi mano sujeta con fuerzas el mango del bisturí que porto en la bolsa de la Hilfilger azul , mis labios se mueven y emiten unas palabras indescifrables. Ese cerdo me observa de frente y huye como un pequeño cordero herido al rincón mas lejano de aquel vagón de aspecto repugnante.

Me apeo de aquel tren naranja que se dirige erecto hacia la obscuridad de la noche. Continuo mi camino con rumbo al enlace con la línea rosa que atraviesa la ciudad como un tajo quirúrgicamente trazado, justo por en medio, desde el centro hasta el oriente.

Abordo el tren de aquella línea rara y me encuentro con dos lesbianas. Una de ella de cara simpática y pies hermosos. Aquellos lagos y blancos pies bien cuidados logran excitarme. Fijo la mirada en aquella zorra desviada y consigo que clave la vista en mi, la sostiene por unos cuantos segundo, detecto cierto interés que se desvanece con las palabras de la machorra gorda que le acompaña cuyo pelo embadurnado en gel me invita a decapitarla de inmediato y ofrecerle su cráneo a aquella lesbiana de hermosos pies.

Esta noche me he contenido en derramar sangre …………..no es broma.

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