viernes, 25 de septiembre de 2009

Es ahora tan tarde¡¡¡¡¡¡¡¡



Es difícil en ocasiones asimilar la realidad cuando se arroja salvajemente contra nosotros, como una fiera hambrienta no repara en tumbarte al piso con gran fuerza hasta despedazarte y encontrar en las entrañas un sabor particular. Así metafóricamente comienzo a dilucidar acerca de este caminar imparable del tiempo que obliga a reflexionar sobre el antes y el ahora, sobre el minuto, el segundo y la hora que se fue y lo que con ello se lleva. Los recuerdos, las risas, los llantos, el olor a un amor-amistad-u/o-vinculo inseparable que transmuta en odio, el odio que se convierte en rabia y la rabia que lentamente se hace un habito. Una vida llena de rabia alimentada por la brutal realidad, si , esa brutal realidad que a Mishima le quito el sueño y despues la vida al lamentarse por un premio Nobel robado y el honor de su país como jerga.
En mi caso es lo mismo, dosis de realidad-brutal suministrada diariamente, en pequeñas cantidades por hipodérmicas agujas de hipocresía y demás mierdoso convencionalismo propio de la adultez.

Esta tarde gris es aderezada por el lejano olor a humedad, ese que anuncia la próxima lluvia que colmara las calles de charcos que se evaporaran. Copa en mano me dirijo a un gigante ventanal que muestra las fauces de la ciudad que por un momento siento me devora entero, con todo y mi estúpido y ridículo smoking negro. Se que sudo y me preocupa estropearme el maldito pelo, carta de presentación de un buen diplomático que frente a una comitiva de simios maniquíes bien vestidos y que frunciendo hasta el ultimo músculo para aparentar una correcta postura, miran inquisitivos a cualquier individuo con una postura incorrecta, un cabello fuera de lugar, una camisa mal planchada. Posiblemente es la segunda copa de tinto que ingiero y su sabor me calma un poco, la razón la desconozco, sin embargo es mi único consuelo frente a este nido de porquería en el que estoy inserto.

Escucho uno cuarteto de cuerdas a lo lejos que queda opacado casi por completo por los murmullos y las platicas acerca de política, economía y tonterías de ese calibre. Son adultos que carecen de cualquier tipo de sentido común, dejandose llevar por platicas que enaltecen con opiniones supuestamente convincentes, compitiendo intelectualmente por un premio insipido: su ego.
Prefiriendo un rincón un tanto aislado donde encuentro a una pequeña fémina de piernas largas y zapatos de tacón obscuro, llevo mi tensión al limite al observar que estas personas se arrinconan para perfeccionar sus ademanes y corregir cualquier ridiculez que invite a la sangrienta critica de estas harpias del Servicio Exterior. Contemplando el nerviosismo que le causa comer frente a estas hienas, refuto en mi interior el desprecio por esta casta de abortos de la burgesa dictadura del protocolo.

Al encontrarme encerrado en una minuscula esfera de vacuidad la cual me arrincona al poco explorable agujero de los recuerdos, comienzo sin darme cuenta a urgar en ellos para rescatar lo mas apropiado; tal como si reciclara de la basura,saco provecho de lo mas valioso de entre ese cumulo de porqueria oculta en un lugar dentro de mi ser. Poseido por estos demonios del pasado, camino sin rumbo hasta que mis ojos encuentran un espacio dentro de aquella esfera decolorada y descompuesta; una pequeña puerta conduce hasta una sala diminuta cuya enorme ventana invita a una salida a otra dimensión y como automata me dirijo a un pequeño balcon que esta totalmente vacio frente a aquel monstruoso espejo urbano. Allí me planto a pesar de la bravura del viento que escupe su tufillo citadino tan común por la noche en esta grandisima metropoli donde cada ventana, cada puerta alberga una historia.

Logro ignorar todo incluso mi agitada respiración para darme el lujo de agasajarme del pasado encontrandome como un ser totalmente desconocido, ajeno al modelo de persona que aspiro hoy ser; en pocas palabras me recuerdo nuevamente feliz con tan poco, ausente de complicaciones, lleno de sonrisas, placeres y una embriagante atmosfera en donde yo me encontraba rodeado de una infantil sinceridad y un cumulo de opciones tentadoras desperdiciadas por un desconocido temor.
Sorprendido por las graves pero tal vez insignificantes diferencias, boto totalmente cabreado la copa que contiene un fino Malbec, cae dos pisos abajo posiblemente sobre ese maldito color gris que uniforma las aceras.
Totalmente perplejo por mis garrafales y consecutivos errores me doy cuenta que el modo de vida mas pueril es aquel que esta lleno de remordimientos, de cuentas pendientes, atestado de inquietudes apagadas por el caudal de putos temores que me asediaron sin piedad dias, meses o tal vez años.

Es ahora tan tarde¡¡¡¡ repito en voz alta, escuchando mi voz temblando anunciando un rarisimo episodio de desesperanza. Sin embargo en mi interior una voz me incita avistar un halo de ilusión que alumbra mis tinieblas; su luz me obliga a creer en que aun hay tiempo de hacer algo para rescatar todo. Y repito la formula en mi interior: Aun hay tiempo ¡¡¡¡
Un rayo tasajea la ciudad como un mal hecho y vulgar corte de navaja . Su atronador sonido me exaspera mas, cayendo en un delirio acerca de esa jodida situación que trato de remediar.
La soga que tiro a aquel agujero profundo busca llegar al fondo y ser halado desesperadamente por un ser desconocido que espera en tinieblas ser sacado de aquel olvido, salir de aquel permanente estado de inactividad y ocupar nuevamente un espacio vital en mi mente. Ese personaje real que por mi indiferencia enterré vivo hace unos años y permanece tal vez acorralado y sentado en cuclillas esperando este glorioso y heroico momento.

Como poseso, tomo mi teléfono celular y con dedos torpes busco en mi agenda a aquellos contactos de letra A, encontrando su breve pero complicado numero al cual inmediatamente marco mientras escucho mis propios latidos como un bombo de una vieja banda de jazz.
Su nombre de tres letras es coronado por una n, la cual da vida, resucita al par de letras "a" que casi poéticamente marcan el inicio y el fin de ese nombre adecuadamente seleccionado para esa chica de ojos expresivos que adornan un hipnótico rostro angelical e inocente.
El planeta entero parece paralizarse por completo mientras espero conteste alguien ese maldito teléfono de color desconocido. Por cada timbre mi ser se llena de un sádico placer, un extraño dolor que a su vez se convierte en una embriagadora ilusión por encontrar nuevamente sus dulces palabras que solo eran mías hace un par de años y sin lugar a dudas podían tranquilizarme.
Por fin sus delicados labios emiten esa rigurosa y empolvada palabra: Diga?. ...
Nervioso le saludo disfrazando mi voz llena de dudas en la de un chico seguro de si mismo. Ella responde con gusto, lo cual me asegura que es posible que esa cuerda se tense, que nuestros vínculos vuelvan a adherirse, que nuestros mundos vuelvan a tener un pequeño punto de union y esto al combinarlo todo me forma una ridícula sonrisa en el rostro. Puedo sentir que mis músculos se tensan provocando ciertas molestias por aquel gesto de felicidad.
Ella no para de hablar mientras pongo atención a cada detalle al otro lado de la linea. Se que camina con tacones altos sobre parquet de madera, que escucha la CNN noticias debido a la inigualable voz de Carmen Aristegui que logra colarse por el teléfono; ademas escucho que bebe agua y que conserva la costumbre de cenar una manzana para conservar la linea, camina sin parar entrando, creo a la cocina, pasando al lado de la lava loza o tal vez de una maquina de café. Ella continua sumamente entusiasmada por mi llamada y me pregunta por mi desempeño laboral, por mi madre, los planes mutuos que compartíamos hace un par de años y por aquella cursilona correspondencia virtual que solíamos llevar, sin olvidar la añeja fantasía de viajar a la Vegas y disfrutar del típico placer nocturno avivado por lo prohibido ente dos amigos que se atraen. Su voz es muy baja mientras revive los recuerdos de la planeada aventura a Nevada que jamas llego a concertarse; comenta acerca de lo genial que hubiese sido y me lo repite como una oración, tan bajo que no puedo distinguirlo. De repente se detiene y me acribilla toda ilusión al mencionarme que es hora de colgar, una cena con su marido le impide continuar charlando. Y por lo tanto le impide fantasear por lo que algún día pudo ser. Se despide calurosamente y cuelga el teléfono.

Yo, devastado compruebo que no tiene sentido haber arrojado la soga para rescatar lo que mi orgullo y una particular insensibilidad habían abandonado de forma cruel. Sin mucho esfuerzo descubro que murió desde hace mucho tiempo atras todo aquello que fue y seguramente pudo ser . Con elocuencia se perfectamente que al dejarlo alli arrumbado, totalmente desamparado nuestro vinculo feneció ahogado por el incesante paso del tiempo. Su cariño murió y se descompuso, siendo solo cenizas lo que algún día sentimos.


Sin mas que hacer, entro nuevamente al circo de la realidad.

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