jueves, 13 de agosto de 2009

Los grandes edificios se desbaratan como creaciones de papel, se derrumban instantáneamente, se degradan como el cuerpo de un fuerte caballo y de la destrucción emerge vida, grandes arboles remplazan a los frios titanes de vidrio, concreto y acero. Los autos que segundos atras circulaban monótonamente con rumbo a sus destinos los veo dar de giros, crujir y desaparecer debajo del uniforme pasto que se extiende hasta un punto distante. Las aceras y calles se purifican de cualquier inmundicia. El vagabundo que yacía tirado hechando espuma por la boca adquiere la forma de un pequeño conejo con manchas cafes, corriendo libremente por el hermoso campo. Un par de colegialas que detrás de mi fumaban y hechaban humo copiosamente, adquieren la forma de hermosas mariposas que aletean sin un rumbo fijo, el policia que dirigia hace unos segundos el transito, pierde su autoridad y adquiere la forma de un abejorro que vuela en circulos sobre la inmensidad de aquel bello paisaje.

Y adquiero de nuevo la infancia perdida, lo se al verme reflejado en el pequeño riachuelo que corre casi a mi lado. Cierro los ojos y me dejo llevar por la pasibidad, disfrutando aquella maravillosa atmosfera que invade de una conmovedora tranquilidad mi pequeña conciencia.

Percibo un revoloteo que me provoca de forma automatica abrir los ojos para ver a una de las mariposas de colores alegres y figuras surrealistas plasmadas en unas joviales alas que acarician el viento; posandose delicadamente unos segundos sobre mi hombro busca en mi algo que no encuentra para luego continuar su viaje sin destino.

Las flores al igual que las hojas de los gigantes arboles se mueven con calma por un viento fresco que agita mi cabello.

De nuevo cierro los ojos y respiro hondo dandome valor para continuar en este paradisiaco lugar. Se que comienzo de nuevo.

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